La Justicia Divina reflejada en el
sueño del Pongo
Una
obra conocida del escritor Peruano José María Arguedas que nos relata la
historia del Pongo y cómo mediante el sueño de aquel se hace justicia, aquella
justicia Divina que se cumple a través de la orden que dio San Francisco, un
santo que vivió en la pobreza, simplicidad y humildad.
La
Divina Justicia es aquella idea de Justicia que va más allá de nosotros, rige
de Dios y asegura que las acciones tengan consecuencias, ya sean recompensas o
castigos, acorde a las conductas de las personas, podemos afirmar que la
justicia de Dios es una salvación divina que se ha hecho en la vida del
creyente, aunque todavía en esperanza, pues se cumplirá de modo definitiva al
final.
Como
Dios nos dice: "La Roca, su obra es perfecta, porque todos sus caminos son
justicia. Dios de fidelidad y sin iniquidad, justo y recto es él."
El
pongo cuenta su sueño al hacendado: mientras que el Pongo relataba cómo era
bañado en excremento humano por un ángel añoso, el patrón era bañado en la
dulce miel por un ángel fuerte y joven, el dueño de la hacienda daba por buena
esta acción, sin saber que casi al finalizar el sueño todo daría un giro
inesperado y sería todo completamente diferente. San Francisco ordenaría que se
laman uno al otro, el pongo lamería la dulce miel del cuerpo del patrón, y el
patrón lamería el excremento del cuerpo del Pongo. Este sueño es un gran
ejemplo de justicia, pues el hacendado era muy cruel con aquel hombrecillo que
solo buscaba trabajo y un lugar donde poder dormir, si leemos la historia
podemos darnos cuenta de cómo el patrón se aprovecha de la sumisión del Pongo, humillándolo
ante los demás e incluso haciéndolo actuar como un perro delante de los demás
sirvientes.
Arguedas
nos muestra cómo en el sueño del Pongo San Francisco castigó al patrón,
haciéndolo lamer excremento humano, nos enseña como cada acción tiene una
reacción y puede haber diferentes manifestaciones, nos plasma la realidad de
ser de diferentes clases sociales, donde el de clase alta trata mal al pobre e
indefenso, pero recalcándonos que al final todos somos iguales.
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